
Albuquerque derrite corazones en una brasa
que arde dos horas y treinta y cinco minutos a la semana.
que arde dos horas y treinta y cinco minutos a la semana.
Albuquerque tiene una sustancia viscosa
que se agarra a la carne y desgarra las almas de sus gentes.
Albuquerque quiere guerra
pero tiene al sol quemándole el costado.
Albuquerque con su río y sus montañas,
sus esperanzas interminables y sus rostros ennegrecidos
ya no tiene vestigios de sus hijos.
Albuquerque tiene destellos en Kirtland
de patriotismo selectivo y cierto aspecto endemoniado.
Albuquerque quiere llenar su cabeza de misterio
para tener palabras precisas al instante.
Albuquerque ha soñado y reído a la carta con cariño silencioso
como las eternas parejas felices que habitan sus sueños.
Albuquerque está condenada a respirar
de patriotismo selectivo y cierto aspecto endemoniado.
Albuquerque quiere llenar su cabeza de misterio
para tener palabras precisas al instante.
Albuquerque ha soñado y reído a la carta con cariño silencioso
como las eternas parejas felices que habitan sus sueños.
Albuquerque está condenada a respirar
el ocaso del oxígeno y sus remiendos
cuyo lastre es el olor de sus almas que aun rotas,
han separado al mundo de su vientre.